En marzo de 1979, de acuerdo con la previsión constitucional, el gobierno convocó nuevas elecciones. UCD volvió a ganar mejorando ligeramente sus resultados, pero sin mayoría absoluta. Sin embargo, en las elecciones municipales de abril la izquierda ganó en las principales ciudades. Los acuerdos entre PSOE y PCE hicieron que los grandes ayuntamientos fuesen para la izquierda que, por primera vez tras la Dictadura, accedía al poder. Esto marcó un punto de inflexión negativo para la UCD.
Como ya comentamos, la UCD era una coalición de pequeños partidos y, en el fondo, una unión temporal de diversas ambiciones personales. No tenía apenas estructura interna y no podía soportar ningún tipo de contratiempo sin desmoronarse. Y a partir de 1979 llegaron muchos contratiempos:
- Dentro del Ejército, los sectores descontentos por los cambios políticos, con apoyo de grupos de extrema derecha, conspiran para dar un golpe de Estado. Gran parte de los generales está inquieto ante el separatismo, la legalización del PCE, el "libertinaje" en las costumbres... En el año 1978 ya se había descubierto una conspiración golpista conocida como Operación Galaxia. Sus responsables (entre ellos un teniente de la Guardia Civil llamado Antonio Tejero) serían procesados y condenados a penas muy leves por una justicia militar que se muestra indulgente con los golpistas.
- El terrorismo de ETA pasa por su peor época, con casi 200 asesinatos entre 1979 y 1980 y tiene como víctima principal a militares y guardias civiles. El terrorismo alienta a los sectores golpistas del Ejército, que llegan a increpar a Gutiérrez Mellado, general y vicepresidente del Gobierno, en los entierros de compañeros.
- El consenso del periodo anterior desaparece y el PSOE pasa a desarrollar una dura oposición hacia el gobierno. En general se crea una gran crispación, con ataques durísimos en prensa y el Congreso hacia la figura de Adolfo Suárez, difíciles de creer visto lo apreciado de su figura ahora.
- Se aprueban los estatutos de autonomía de Cataluña y el País Vasco. En las primeras elecciones autonómicas que se celebran en ambos territorios UCD sufre claras derrotas y ganan los nacionalistas (CiU en Cataluña y PNV en el País Vasco), lo que aumenta la intranquilidad de los integristas de la unidad de España (muchos en el Ejército...)
- El proyecto de ley del divorcio ocasiona un distanciamiento con la Iglesia Católica.
- La crisis económica no da tregua, intranquilizando a patronal y sindicatos, que ven al Gobierno como parcial hacia su adversario.
Pero el principal problema de Suárez es la división interna dentro de la UCD. Algunos de sus miembros se acercaban a las posturas más conservadoras de Alianza Popular. Otros sectores eran más proclives al PSOE. A finales de 1980, Suárez recibe noticias fiables de que parte de su grupo parlamentario está negociando con el PSOE para apoyar una moción de censura contra él... Finalmente, por sorpresa, en enero de 1981 Suárez presenta la dimisión.
Mucho se ha escrito sobre los verdaderos motivos de la dimisión. Como hemos visto, razones había. Pero quizás lo que le decidió fueron los intensísimos rumores sobre un golpe de Estado inminente (el ruido de sables). Según varias fuentes, la oposición, su propio partido y hasta el Rey no se mostraban todo lo tajantes que debieran cuando se proponían cosas como Gobiernos de unidad nacional, golpes de timón, soluciones de emergencia... todos eufemismos de soluciones militares (hay quién va más allá y afirma que estaban todos involucrados; mi opinión no es esa). Lo cierto es que en su discurso de dimisión, Suárez afirma irse porque no quiere que "el sistema democrático de convivencia sea, una vez más, un paréntesis en la historia de España".
La dimisión, entonces, cortocircuita los planes del golpe de Estado en curso, y los obliga a pisar el acelerador. El elegido para sustituir a Suárez es su vicepresidente Leopoldo Calvo Sotelo (sobrino del otro Calvo Sotelo), que debería haber sido votado nuevo presidente el 23 de Febrero de 1981. En plena votación, pasa esto:
El hecho de que se grabara el golpe ha colaborado a su lugar central en la mitología de la democracia. Lo que sabemos es esto: Antonio Tejero, teniente coronel de la Guardia Civil, tomó con cientos de guardias armados el Parlamento y secuestró allí durante un día entero a todos los diputados y el Gobierno en pleno. Sus intenciones probablemente fueran realizar un golpe "duro", eliminando los partidos políticos y proclamando a Jaime Miláns del Bosch, Capitán General de Valencia, presidente de un régimen militar autoritario. Miláns proclamó el estado de excepción en su región y sacó los tanques a la calle:
El resto de capitanes generales, como si estuviéramos ante un pronunciamiento al viejo estilo, se quedaron a la espera, principalmente de la reacción del Rey. Esta reacción, al menos públicamente, se hizo esperar: el mensaje televisivo en el que Juan Carlos I condenaba el golpe se emitió casi siete horas después de la toma del Congreso. Un militar de confianza del Rey, Alfonso Armada, se presentó voluntario para negociar la rendición de Tejero y convencer a los demás capitanes generales de que no se sumaran al golpe. Pero era un traidor!!!, y, sin saberlo el Rey, quería que el golpe triunfara para convertirse en presidente de un gobierno de concentración con militares y líderes políticos, lo que explicaría esas siete horas perdidas. Finalmente fue descubierto y el Rey convenció a los Capitanes Generales de que no hicieran nada, tras lo cual emitió el mensaje para convencer a Tejero y Milans de que se rindieran, lo que hicieron la mañana siguiente.
Esta es la versión oficial y la más creíble a día de hoy, frente a otras que defienden la complicidad del Rey o incluso la escenificación del golpe para aumentar su popularidad; sí que es reprochable al Rey su falta de contundencia en los meses anteriores ante rumores de golpes de timón... Por cierto, aquí se puede ver una lista de la actitud de los capitanes generales aquel día, según una nota manuscrita de uno de ellos. Estuvo cerca.
Como decía una canción de la época, "el pueblo dio muestras de gran madurez... y una repentina invalidez", es decir, todo en mundo en casita con la radio puesta. Eso sí, dos días después millones de personas se manifestaban en favor de la Constitución (mejor tarde que nunca). Una última nota: la primera reacción de EE.UU. fue una declaración de su Secretario de Estado indicando que el asalto era "un asunto interno" de los españoles. Viva y bravo.
Después de todo esto, Calvo-Sotelo pudo por fin formar un gobierno, que da un giro conservador, que se manifestó sobre todo en la decisión de que España ingresara en la OTAN, en contra de la mayoría de la opinión pública y del PSOE (con su eslogan "OTAN, de entrada no", que dará mucho juego más adelante). También creará la Ley Orgánica de Armonización del Proceso Autonómico (LOAPA), para intentar frenar la descentralización autonómica. Sin embargo, también aprobará la Ley del Divorcio, ante el escándalo eclesiástico.
Pero la UCD es un muerto viviente, máxime ante el recrudecimiento de la crisis económica, y muchos de sus miembros abandonan este partido para ingresar en Alianza Popular o en el PSOE (dato que por sí solo ya explica muchas cosas). En este contexto, Calvo-Sotelo decide anticipar las elecciones a octubre de 1982, en las que la desintegración de UCD (11 diputados) y la rotunda victoria del PSOE (202 diputados) culminará de una vez por todas la Transición al otorgar el gobierno a un partido de izquierdas.
Esta etapa aparece descrita en el libro en las páginas 421-424
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