miércoles, 10 de octubre de 2018

Preguntas teóricas Bloque 2

5.- Los musulmanes en la Península Ibérica (etapas políticas y realidad socioeconómica).




AL-ÁNDALUS es el nombre que los musulmanes dieron a los territorios conquistados en la Península Ibérica. En el año 711, un ejército de árabes y bereberes (musulmanes del norte de África) entró en la península. Dirigidos por Tariq, derrotaron al ejército visigodo dirigido por Don Rodrigo en la batalla de Guadalete (provincia de Cádiz). En los años siguientes, los musulmanes ocuparon toda la península excepto las regiones montañosas del norte, en gran medida por la ayuda de los nobles que llegaron a acuerdos con ellos y el desinterés de la población en defender el anterior régimen. Como consecuencia, el reino visigodo desapareció. Los musulmanes permanecerían en la península hasta 1492. Durante esos ocho siglos, Al-Ándalus pasó por varias etapas:


EMIRATO DEPENDIENTE DE DAMASCO (711-756)
Es un periodo en el que Al-Ándalus es un territorio dependiente del califato omeya, que tenía su capital en Damasco. Partiendo del sur, los musulmanes ocuparon toda la península, excepto algunos territorios del norte. Llegaron a cruzar los Pirineos, pero fueron derrotados en la batalla de Poitiers. Esto evitó que se extendieran por el resto de Europa.
EMIRATO INDEPENDIENTE (756-929)
En el año 750, la familia Abasí llegó al poder del imperio musulmán, después de asesinar a toda la familia Omeya, salvo a Abderramán, que logró escapar y se instaló en Al-Ándalus, dónde se proclamó emir independiente, pero siguió reconociendo la autoridad religiosa del califa instalado en Bagdad.
 CALIFATO DE CÓRDOBA (929-1031)
En el 929, Abderramán III se proclamó califa independiente, lo que significa que al poder político añadió el religioso. Dejó de obedecer, por tanto, al califa de Bagdad. Esta fue la época de mayor esplendor de Al-Ándalus en varios aspectos, pero las tensiones internas entre sus diversos grupos étnicos y religiosos alcanzaban mayor gravedad.
LOS REINOS DE TAIFAS (1031-mediados siglo XIII)
A comienzos del siglo XI, Al-Ándalus entró en crisis y el territorio se dividió en múltiples reinos, llamados “de taifas” porque este era el nombre de sus príncipes. Su debilidad fue aprovechada por los reinos cristianos para arrebatarles territorios o someterlos al pago de tributos (parias) En esta situación, pidieron ayuda a los almorávides, un pueblo del norte de África. Estos vinieron a la península y lograron reunificar el poder musulmán. En 1145, la península fue invadida por otro pueblo del norte de África, los almohades. El poder almohade se mantuvo hasta 1212, en que los reinos cristianos los derrotaron en la batalla de las Navas de Tolosa. A partir de ese momento, los territorios musulmanes en la Península ibérica se redujeron de manera notable.
REINO NAZARÍ DE GRANADA (1238-1492)
A partir de 1238, el escaso territorio que  restaba de Al-Ándalus no conquistado por los reinos cristianos quedó en su mayoría en manos de la dinastía nazarí, con capital en Granada, que sobrevivió mediante un delicado equilibrio entre el pacto, el sometimiento y la lucha militar con el reino de Castilla. Finalmente, en 1492 fue conquistado por éste, poniendo fin a la presencia musulmana en la península.
La economía de Al-Ándalus puede considerarse urbana y mercantil para la época. Las ciudades eran clave para la sociedad andalusí. Albergaban escasos lugares públicos, eran lugares residenciales. Los edificios principales eran las mezquitas y los zocos. Su plano era irregular por la ausencia de planificación, como se puede ver en el casco histórico de Toledo y otras ciudades actuales. Existían ciudades muy populosas (Córdoba y Sevilla llegaron a tener más de 50.000 habitantes)


Las principales actividades económicas eran:

- Agricultura: grandes propiedades/pequeñas en los regadíos. Tríada mediterránea y otros cultivos en los regadíos.
- Producción artesanal: textil de seda, lino, cuero, alfarería, vidrio...
- Comercio: Rutas internacionales con el Norte de la Península, el Magreb y Mediterráneo. El comercio interior se desarrollaba en los zocos, mercados urbanos. 



La sociedad era diversa, con gran variedad étnica y religiosa. Los principales grupos sociales eran una aristocracia árabe, la élite social, con grandes propiedades y cargos importantes. Los bereberes ocupaban cargos medios en ejército y administración, o eran artesanos, agricultores y comerciantes. Los hispanovisigodos se dividían en una minoría de nobles y altos cargos eclesiásticos y una mayoría de campesinos y artesanos. Existían también grupos religiosos además de los musulmanes: mozárabes (cristianos en territorio musulmán, durante mucho tiempo la mayoría de la población), muladíes (cristianos convertidos al Islam) y judíos. Finalmente, estaban los esclavos como escalón más bajo de la sociedad, que en ocasiones se convertían al Islam para liberarse (eslavones)







6.- Reconquista y repoblación (etapas de la Reconquista, modelos de repoblación)





Las zonas cantábrica y pirenaica quedaron fuera de la autoridad de Al-Ándalus. En estas zonas surgieron entre los siglos VIII y IX los primeros reinos cristianos peninsulares, que coexistieron 800 años con Al-Ándalus: tuvieron relaciones comerciales e intelectuales, pero también lucharon por el territorio. Los principales fueron, en el Oeste, el reino de Asturias, que pasó a ser el reino de León al mover allí su capital y el reino de Castilla, independizado de este último; y, en el este, los reinos que eran parte de la Marca Hispánica y lograron su independencia: el reino de Navarra, el reino de Aragón y los condados catalanes.




Los reinos cristianos llamaron Reconquista al avance hacia el sur de la península, ya que se consideraban los herederos del antiguo reino visigodo, basándose en su identidad religiosa como católicos. Fue un proceso muy irregular en cuanto al ritmo, muy lento hasta mediados del siglo XI y muy acelerado a partir de la descomposición del Califato en los reinos de taifas. 

Las principales etapas de la Reconquista fueron:
  • S.IX y X: los reinos cristianos avanzaron hasta el valle el Duero. No fue un avance militar, sino que se basó en la colonización de tierras por parte de los campesinos.
  • A partir del 1031, los reinos cristianos aprovecharon la debilidad de las taifas para continuar su avance hacia el sur. Para evitar sus ataques, los taifas pagaban parias (tributos) a los reyes cristianos. Durante los siglos XI y XII, Portugal y Castilla llegaron más allá del Tajo; Aragón conquistó Zaragoza y Teruel, y Cataluña se expandió hasta Tortosa.
  • En el S.XIII, los cristianos hicieron frente a los almohades y derrotaron a los musulmanes en la batalla de las Navas de Tolosa (1212), iniciando su avance definitivo por el territorio de Al-Ándalus. En pocos años sólo quedará por conquistar el reino de Granada, que sobrevivirá más de doscientos años oscilando entre el pacto, la sumisión y la resistencia a Castilla hasta su conquista final en 1492.
La Reconquista exigía que los territorios conquistados fueran repoblados por cristianos, Esta repoblación se llevó a cabo de diversas formas, dependiendo de las circunstancias políticas, militares y económicas de cada momento.
  • Hasta el río Duero las tierras estaban prácticamente despobladas. Fueron ocupadas en pequeñas parcelas por campesinos, a los que se reconocía su propiedad de manera previa o tras la ocupación, reconociendo el hecho consumado, procedimiento conocido como la presura.
  • A partir del S.XI se repoblaron amplios territorios con poca población (zona sur del Duero, de Toledo, Zaragoza, Teruel y sur de Cataluña). Los reyes del S.XI concedieron fueros o cartas pueblas, privilegios a los habitantes de ciertos núcleos de población para fomentar su ocupación.
  • A partir del S.XIII se incorporaron amplios territorios de los valles del Guadiana y Guadalquivir, Valencia, Murcia y Baleares. Allí, el sistema era el repartimiento: los reyes entregaban grandes lotes (de casas y tierras) entre la nobleza y órdenes militares como pago por su apoyo militar. Esto generó grandes latifundios en el sur de la Península.
  • Por último, estaban las capitulaciones: acuerdos entre los reyes cristianos y la población musulmana y judía que habitaba la zona conquistada.

7.- El régimen feudal y la sociedad estamental


El régimen feudal fue un sistema socioeconómico y político vigente en la Edad Media basado en las relaciones de vasallaje. El rey era señor supremo de un territorio, a quien todos le debían obediencia y fidelidad, pero a cambio tenía que otorgar a sus vasallos un beneficio o feudo (tierras y/o derechos jurisdiccionales). A su vez, los grandes nobles empleaban este tipo de relaciones con otros de inferior categoría, formándose así una pirámide de dependencia (pirámide feudal). De acuerdo con estas obligaciones feudales, cada noble importante tenía un ejército particular de vasallos a su servicio y el ejército del rey estaba formado por la unión de los anteriores. El monarca era el dueño del reino (monarquía patrimonial) y ejercía la soberanía (de origen divino) y la autoridad suprema, pero compartía con los señores el ejercicio del poder y de la justicia que estos administraban en sus tierras y señoríos.

A lo largo de la Edad Media la nobleza fue reforzando su poder a costa del poder de la monarquía. Muestra de esto fue que, a partir del siglo XIII, los reyes de Navarra y Aragón debieron jurar respeto a los privilegios nobiliarios (fueros). Especialmente significativo fue el caso aragonés donde el arraigo de las estructuras feudales llevaron al pactismo, que limitaba el poder real, sometiéndolo a las Cortes. Con todo, el feudalismo peninsular contó con ciertas particularidades, pues en Castilla el monarca fue quien de retener su autoridad.

La sociedad cristiana medieval fue una sociedad estamental en la que los individuos estaban ordenados en grupos, estados o estamentos, de acuerdo con la función que desarrollaban: luchar, rezar, trabajar. En esta sociedad predominaban los lazos de dependencia personal frente a los vínculos de carácter público y sus miembros eran legalmente desiguales: unos grupos poseían privilegios y ventajas jurídicas, y otros no.

Los grupos privilegiados estaban formados por los nobles y el clero; poseían honores y títulos, no pagaban tributos, tenían leyes y tribunales especiales y ejercían el poder y la justicia sobre los demás. Eran los señores y fundamentaban su posición de dominio y privilegio en la dedicación al ejercicio de las armas o a la oración (consideradas como actividades superiores). Entre ellos existían grandes diferencias (honoríficas y económicas), tanto entre el alta nobleza (duques, condes) y la baja (hidalgos) cómo entre el alto clero (abades, obispos) y el bajo (curas y monjes).

El grupo de los no privilegiados estaba compuesto por el resto de la población: campesinos, artesanos, comerciantes, burgueses... Su situación varió con el paso del tiempo: antes del siglo X estuvo compuesto fundamentalmente por los labradores, diferenciándose entre los campesinos libres, propietarios de pequeñas parcelas, y los colonos o siervos, que estaban adscritos a la tierra que trabajaban (no la podían abandonar sin permiso) y debían realizar diversas prestaciones y servicios a sus señores. Después del siglo X, con el renacimiento urbano y de las actividades comerciales surgieron nuevos grupos en las ciudades y villas: menestrales, artesanos y comerciantes; todos ellos formaron el grupo de los burgueses (habitantes de los burgos). Entre los grupos marginales y minoritarios estaban los judíos, dedicados a las actividades artesanales y mercantiles, y los mudéjares (musulmanes residentes en territorio cristiano)


8.- Las crisis bajomedievales (crisis demográficas, problemas sociales, el caso gallego: las revueltas irmandiñas del siglo XV)

Después de la expansión económica de los siglos XII y XIII, en los siglos XIV y XV son de crisis generalizada. En 1348 la llegada de la Peste Negra inauguró una etapa de mortalidades catastróficas, crisis agrícolas y enfrentamientos sociales. Previamente, durante la primera mitad del XIV se sucedieron malas cosechas debido a cambios en el clima (la pequeña Edad de Hielo), lo que significó escasez de alimentos y desnutrición. La Peste Negra afectó especialmente a Cataluña y provocó la pérdida de un cuarto de la población castellana, debido en parte a la precaria situación de los campesinos por la mala alimentación.

La disminución de la población acrecentó la crisis económica y redujo los ingresos de los señores, lo que les llevó a incrementar los tributos a los supervivientes (los llamados malos usos). Estos abusos provocaron revueltas y conflictos, como la revuelta foránea de Mallorca (protesta de los campesinos y artesanos contra la oligarquía de la ciudad de Palma), la Busca y la Biga en Barcelona (conflicto entre el sindicato de la Busca (artesanos y pequeños comerciantes) contra la Biga (gobierno de la ciudad)) y el conflicto remensa en Cataluña (conflicto antiseñorial protagonizado por los campesinos catalanes). Asimismo, se produce la ruptura de la tolerancia religiosa con los judíos, a quienes se responsabiliza de la peste y se producen numerosos pogromos. 

Para compensar la pérdida de ingresos, los nobles gallegos actuaron con violencia usurpando bienes y exigiendo nuevas tasas y tributos a la población, además de realizar numerosas expediciones de saqueo, refugiándose luego en sus fortalezas. Los campesinos y los habitantes de las ciudades se levantaron contra estos abusos y la violencia de los señores formando hermandades y protagonizando las revueltas o guerras irmandiñas: 

En primer lugar, la Irmandade Fusquenlla (1431) fue dirigida por Roi Xordo en las comarcas de Pontedeume y Betanzos que padecían los malos usos del Conde de Andrade,  que acabaría por controlar la situación.

Posteriormente, la Gran Guerra Irmandiña (1467-1469) enfrentó a una hermandad de 80.000 gallegos (campesinos, habitantes de las ciudades, curas, hidalgos) contra la nobleza y el arzobispo de Santiago. Derribaron más de 130 fortalezas y expulsaron a los nobles, pero estos contraatacaron dirigidos por Pedro Álvarez de Soutomaior. Los irmandiños fueron derrotados y padecieron una dura represión.

Por último, otra manifestación de las crisis bajomedievales fue que durante los siglos XIV y XV hubo conflictos entre la monarquía, que buscaba imponer su autoridad, y los estamentos privilegiados, que se negaban a renunciar a su poder, como muestran las guerras civiles en Castilla, Navarra y Cataluña.

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