viernes, 5 de octubre de 2018

Preguntas teóricas Bloque 1





 1. El Neolítico: características y cambios con respecto a la época Paleolítica (cambios económicos, sociales y culturales).
    Como en el resto de Europa, el Neolítico llega a la Península Ibérica procedente de Oriente Próximo, donde la aparición del del clima actual, hace unos 12.000 años, supuso la desertificación de amplias zonas y la concentración de la población en valles fluviales, donde hubo de buscarse la forma de aumentar la producción de alimentos mediante la agricultura y la ganadería. Estas tareas, a la vez que sedentarizaban a la población en núcleos agrícolas estables, introdujeron una creciente división del trabajo y la aparición de diferencias sociales.

    Asimismo, la tecnología cambió: no sólo se adoptó una nueva técnica de trabajo de la piedra, consistente en pulirla tras tallarla, sino que se diversificó la industria lítica en toda una serie de herramientas agrícolas (azadas, hoces, molinos de mano,…), adquirieron gran auge los objetos de madera, asta y hueso, así como el tejido, y, sobre todo, se desarrollaron nuevas tecnologías relacionadas con el tratamiento de los alimentos ( con su conservación y su cocción), como son la cestería y, especialmente, la cerámica.

    También el mundo de las creencias evolucionó: sin abandonar el culto a los muertos y los ritos mágicos, hizo su aparición la religión en su estadio más primitivo, el animismo, sobre todo en cultos a espíritus relacionados con la fertilidad de los campos, del ganado,… Igualmente el arte experimentó cambios, tal y como atestiguan las pinturas rupestres del levante peninsular: aunque se siguen usando pigmentos minerales aglutinados con grasa y aplicados en paredes de cuevas y abrigos rocosos (como la Valltorta, en Castellón, o Cogull, en Lleida), existen varias diferencias con respecto al arte rupestre de la cornisa cantábrica (Altamira): la composición cambia las figuras aisladas por escenas dinámicas (sin fondo) con temas de la vida cotidiana, rituales, luchas o cacerías, y en las que abunda la figura humana, representada de forma poco realista, sin volumen (tintas planas y monocromas), estilizada e incluso esquematizada; muestra de la creciente abstracción es la usual aparición de signos e ideogramas de significado desconocido.


    El Neolítico penetra en la Península por el Mediterráneo en oleadas que se mezclan con rasgos autóctonos en su evolución: de una primera fase, destacan la cultura de la cerámica cardial, así llamada por la decoración impresa con conchas de berberecho (Cardium edule), que abundan por toda la franja mediterránea peninsular, y en la que prevalece la ganadería, mientras de las siguientes fases del Neolítico ibérico, que alcanza el interior y el norte peninsular, destaca la cultura de los sepulcros de fosa en Cataluña, de predominio agrícola y caracterizada por los enterramientos individuales con ajuar, mostrando la estratificación social. Al final del Neolítico, surge el megalitismo y la cultura del vaso campaniforme.







2.- Los pueblos prerromanos de la Península Ibérica (pueblos del sur y del levante, meseteños e del occidente peninsular)


Durante el primer milenio se conformaron en la Península varias culturas distintas pero relativamente interrelacionadas entre sí. Por ejemplo, la cultura tartésica, que alcanzó su máximo apogeo entre los siglos VIII y VI a.C., situada en el sur de la Península y centrada en la minería y el comercio, pero que desapareció antes de la llegada del Imperio Romano. Las principales culturas existentes en ese momento fueron la cultura celta y la cultura íbera. El contacto entre ambos pueblos fue intenso, y en la zona de confluencia entre celtas e iberos surgió una cultura con características de unos y otros a la que se denomina celtíbera.

Los Iberos

Los iberos se asentaron en el sur de la Península y en la costa mediterránea. Eran un conjunto de pueblos con muchas características comunes, pero que nunca establecieron ninguna forma de unidad política entre ellos. Su economía estaba basada fundamentalmente en agricultura y ganadería (aunque también desarrollaron relaciones comerciales con griegos, fenicios y cartagineses). Su organización política estaba bastante desarrollada debido a la influencia del modelo de ciudad-Estado, traído por fenicios y griegos. Cada Estado podía comprender varias ciudades con sus territorios circundantes. El modelo político más frecuente era la monarquía.

El desarrollo cultural ibero fue destacable. Los principales elementos culturales son:
- escritura, expresión de una lengua común, pero que se escribía con diversos alfabetos.
- religión, con influencia griegas y púnicas que mezclaron con sus creencias ancestrales.
- arte: funcionalidad religiosa y funeraria (Dama de Elche, Dama de Baza)

Los Celtas

Los celtas fueron un pueblo indoeuropeo que llegó a la Península a comienzos del primer milenio, procedentes del centro de Europa, y ocuparon la Meseta Norte: Galicia, Norte de Portugal, Asturias...
Aportaron numerosos avances técnicos, como el uso de la metalurgia del hierro. Su actividad principal fue la ganadería
Para el estudio de los celtas contamos con muy pocas fuentes. Las referencias a ellos proceden de fuentes romanas, que los presentaban como pueblos primitivos y belicosos.
Es generalmente aceptado que su sociedad se organizaba en tribus, hablaban lenguas indoeuropeas y no conocían la escritura.

Los celtiberos

En la zona de confluencia entre celtas e iberos (Sistema Ibérico, este de la Meseta y Sistema Central) surgió una cultura con características peculiares. Mezclaban elementos de ambos, aunque predominó el factor celta. Fueron extraordinarios guerreros, dotados, además, de una excelente tecnología armamentística.

Cultura de los castros

Mención especial merecen los pueblos asentados en el noroeste peninsular, cuyo elemento cultural más significativo son los castros, poblados fortificados carentes de calles que formen ángulos rectos y llenos de construcciones de planta casi siempre circular. La cultura de los castros se extiende desde los siglos VIII a.C. hasta la conquista romana. No conocemos demasiados detalles de su economía o sociedad, más allá de los restos de joyas encontrados en las excavaciones que indicarían cierta estratificación social.




3.- Conquista y romanización (etapas de la conquista, elementos de romanización: organización político-administrativa del territorio, lengua y cultura, obras públicas).

La conquista romana

La conquista romana fue el proceso histórico de dominio y control militar del territorio de la península ibérica por parte de Roma. Dicho proceso fue bastante dilatado en el tiempo (unos 200 años), y terminó con la total integración y asimilación del territorio hispánico en el imperio romano.

- Enfrentamiento entre romanos y cartagineses (218-197 a.C.)

El interés de Roma por la península ibérica surgió durante el siglo III aC. en el contexto de la segunda guerra Púnica contra Cartago. En esta etapa las tropas romanas derrotaron a los cartagineses y conquistaron toda la costa mediterránea peninsular, el valle del Guadalquivir y parte del valle del Ebro.

- La conquista del interior de la Península (197-29 a.C.)

Más tarde, el interés de Roma se centró en la conquista del interior de la Península. Se encontraron con una fuerte oposición de los pueblos peninsulares, especialmente de celtiberos (principios siglo II a.C.) y de lusitanos (mediados siglo II a.C.). Ejemplo de esa dificultad fue la resistencia de ciudades como Numancia. El resultado de estas guerras fue que casi toda la Península quedó bajo dominio romano.

- Sometimiento de los pueblos de la cornisa cantábrica (29-19 a.C.)

El sometimiento de este territorio (del que hasta el descubrimiento de oro en las montañas de León los romanos no se habían ocupado, por su escaso interés económico) se inició con las guerras cántabras, que acabaron con el control más o menos efectivo de cántabros, astures y galaicos por el emperador Augusto.
De esta forma, toda la península ibérica pasó a formar parte del Imperio romano.

La romanización de la sociedad hispanorromana

Se conoce por romanización al proceso de integración de los pueblos prerromanos en los modelos económicos, sociales, político-administrativos, culturales y religiosos de Roma.
Este proceso se realizó por medio de instrumentos tan diversos como el ejército, las ciudades, la economía, las comunicaciones, las relaciones sociales y clientelares, la cultura, etc.

La romanización fue un proceso impuesto por los conquistadores, pero también contó con el apoyo de las élites locales, interesadas en integrarse en el Imperio romano para no perder sus privilegios.

Para administrar el territorio peninsular, los romanos usaron su tradicional criterio de delimitación provincial. Hispania se dividió en provincias, que fueron variando en número y extensión a lo largo del tiempo y dependiendo de los intereses cambiantes de las autoridades de Roma. Estas provincias se dividían a su vez en conventus y civitas.



La lengua, el arte, el derecho y la religión fueron las principales manifestaciones de la integración hispana en la cultura romana. Estos cuatro aspectos han dejado una notable herencia cultural que perdura hasta la actualidad.
El latín se difundió como lengua de prestigio. Su difusión, no solo oral, sino también escrita, se impuso sobre las lenguas autóctonas que, no obstante, no desaparecieron totalmente.
Las manifestaciones artísticas son abundantes, pero las más relevantes las hallamos en la arquitectura y en el mosaico. En arquitectura destacan las obras de infraestructura urbana (acueductos como el de Segovia, o teatros como los de Mérida), de transporte (puentes como el de Alcántara), los templos o mausoleos y los arcos conmemorativos.
Los romanos crearon una excelente red viaria basada en las calzadas. Esta red permitía organizar el territorio, asegurar su control militar y administrativo y unir las distintas ciudades. También sirvió para el desarrollo del comercio.
El derecho romano se extendió por toda la Península. Su empleo regulaba las relaciones privadas y el funcionamiento de las instituciones políticas.
La dominación romana impuso también las creencias religiosas propias del Imperio romano. Se respetaron las creencias locales, pero era obligado el culto al emperador y otros dioses. Más tarde, a partir del siglo III, se difundió también el cristianismo en Hispania. El Edicto de Milán decretó la libertad religiosa y reconoció legalmente el cristianismo, que pasó a convertirse en la Iglesia oficial del Imperio con el emperador Teodosio I en el año 380.






 4. La monarquía visigoda (organización política).

Desde el siglo IV la presión de los pueblos bárbaros (extranjeros o extraños a la cultura grecolatina) establecidos junto a las fronteras del norte del Imperio resultó insoportable y las autoridades romanas hubieron de permitir el asentamiento dentro de los limes del Imperio a algunos de ellos (francos, alamanes, godos…), empleándolos como mercenarios para tratar de mantener el orden. Pero en el siglo V el empuje de otros pueblos acelera las invasiones bárbaras y, con ellas, bandas de suevos, alanos y vándalos alcanzan Hispania en 409, saqueando y devastando el territorio; para luchar contra ellos, los emperadores romanos recurren en 416 a formar una alianza con los visigodos, pueblo bárbaro relativamente romanizado, que se instalan como federados de Roma en el sur de la Galia y que, tras arrinconar a los suevos en el oeste peninsular y empujar a los alanos y a los vándalos hacia África, consolidan su influencia a ambos lados de los Pirineos, creando un reino con capital en Toulouse, que sobrevive al fin del Imperio romano de Occidente (476), del que los visigodos se consideran herederos.

Para la organización política del reino, los visigodos se sirven de buena parte de la estructura administrativa e institucional preexistente:

  • Al frente de la administración central figura el Rey, con poderes, legislativos, ejecutivos y judiciales y los atributos y ceremonial de los emperadores romanos, pero elegido entre la nobleza goda, lo que constituye un foco de enfrentamientos y revueltas, pues, pese a que algunos monarcas consigan controlar a la nobleza e imponer su autoridad para convertir en reyes a sus hijos, el sistema de transmisión hereditaria del poder real no se llega a fijar. Junto al rey está el Officium palatinum, conjunto de cargos en palacio que desempeñan nobles próximos al rey. Algunos de ellos participan también en el Aula regia (o palatina), consejo asesor del monarca en asuntos políticos, militares y de justicia, constituido por nobles de confianza. Además, desde la unificación, ganan peso los Concilios de Toledo, peculiares asambleas de obispos y nobles, convocadas por el rey, que deciden en asuntos religiosos y políticos que afectan a la marcha del Estado y a la conducta del monarca.
  • En la administración territorial las provincias se mantienen con un dux al frente, perteneciente a la nobleza goda, mientras los municipios son sustituidos por los territoria, de carácter más rural, dirigidos también por un noble godo, el comes civitatis.
La Iglesia, que había permanecido como voz y representante de la mayoría hispanorromana, tras la unificación socio-religiosa gana influencia y poder en la sociedad y el Estado visigodos, tras la conversión del rey godo Recaredo al catolicismo desde el arrianismo: no sólo controla la cultura y la enseñanza de las letras, sino que también posee grandes extensiones de tierra y esclavos, a la vez que adquiere poder político (los frecuentes concilios se convierten en asambleas políticas, los obispos actúan como jueces y recaudadores y respaldan el acceso al trono de los monarcas, etc.), aunque al parecer bajo el control de la monarquía. Los eclesiásticos son los depositarios y transmisores de la cultura latina.

La debilidad del reino visigodo hizo que sus funciones fueran sustituidas por las relaciones personales. Por eso muchos pequeños propietarios buscaron la protección que les ofrecían los nobles, capaces de disponer de tropas propias. A cambio debían ceder sus propiedades o trabajar para ellos. Al mismo tiempo, la monarquía solía pagar con tierras los servicios prestados por la nobleza. Con todo ello la nobleza fue ganando poder. Se estaba gestando el modelo feudal.

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